Lucha colectiva.
Quiero trabajar, y luego de entregar varios currículums me llamaron para una entrevista. Siempre hay una primera vez. Soy mujer y el chiste de la trata de blancas surge, siempre con miedo y preocupación detrás; así como surge también la pregunta de cuánto puede influir la ropa que use para la ocasión. No sé qué esperar, nunca, y a fuerza de ser sincera estaba asustada por toda la situación (la entrevista, no saber con quién ni qué me iba a encontrar).
- ¿Querés que te lleve? Me quedo más tranquila si sé a dónde estás yendo - me dice mi vieja, nerviosa como yo.
En síntesis, fue simple: casi veinte chicas de entre diecisiete y treinta años que apuntaban a un puesto en una zapatería, en una reunión encabezada por una mujer de unos cuarenta que nos explicó amablemente el mecanismo y las formas del local, entre otras cosas.
- ¿Y dónde más puedo trabajar? - le digo a Camila, sabiendo que no me iban a llamar.
- En alguna provincia - responde, en tono de broma y haciendo referencia a las mujeres que terminaron siendo prostituidas en el interior del país.
¿Dónde estará María Cash? ¿En una bolsa de consorcio, o enterrada en la arena quizás?
Amo caminar. Amo los árboles y amo el sol tanto como me encanta el cielo; pero se vuelve tedioso no poder caminar tranquila. Una moto me toca bocina, un auto pasa y el que maneja me dice cosas (no tengo idea qué habrá dicho pero estoy casi segura de que no me deseó un buen día). Otro auto me toca bocina y el conductor me queda mirando con una sonrisa asquerosa en la cara. Lo miro con asco, con el asco que me da que me acose de esa manera pasando lento a un par de metros sólo para joderme más. Camino una cuadra y el mismo auto vuelve a pasar; increíblemente habrá dado la vuelta a la manzana sólo para pasar de nuevo, sino no entiendo cómo es posible que sea la misma persona que hace cinco minutos. Vuelve a decirme cosas. Le hago "fuck you" y se me ríe en la cara, literalmente.
Ahí es cuando pienso en lo fácil que es respetar a los demás y aún así pocos lo hacen. Qué jodido pensar que un útero pueda encadenarte a lo pesado del acoso verbal diario, porque no es sólo este caso. No es un día, es todos los días. Siempre que camino por la calle, desde los doce años. En algún momento llegué a sentirme "halagada" porque me dijeran lo que sea por la calle; pero no, ¿cómo puedo sentirme halagada por no poder volver a mi casa sin que me estén gritando cosas que no quiero ni pido escuchar?
Al que se esté haciendo la pregunta o al que quiera imaginarse la situación: lo único que se veía de mi piel con la ropa que estaba usando era la mitad de mis brazos. No, no estaba usando un short ni una pollera, ni un escote llamativo ni ningún tipo de escote. Y al que piense que eso influye en el respeto que alguien pueda o no tenerte: sigo siendo una persona esté usando la cantidad de tela que esté usando sobre mi piel, sigo siendo una persona tenga el pelo corto o no, sigo siendo una persona aunque me maquille de tal manera o no, sigo siendo una persona aunque me saque el tipo de fotos que me saque y aunque muestre cuanto quiera mostrar de mí, de mi vida y de mi cuerpo. Mi cuerpo. Mío. Mis decisiones. Mi vida y el respeto que merezco. Todo eso es mío.
Cuánto duele sentirse privado de la libertad. Y cuánto pesan los prejuicios. Cuánto duele saber que Lola fue llevada a la gloria una vez muerta y que Melina fue presa de la doble moral social.
Y no, aclaro que no me pesa para nada llevar conmigo un útero y un par de ovarios. Tampoco me encadena a nada, no conlleva a la obligación de ser madre ni ser femenina, ni hacer tal o cual cosa, porque son decisiones netamente mías y propias de cada uno.
Seamos sinceros. Es común que piensen que un hombre que "no le pone los puntos a su mujer" es "un maricón", tanto como es común que la palabra maricón se use despectivamente. También es común que se piense que el feminismo es extremista. Ni hablar de lo común que es la indiferencia en la sociedad, lo aplicado que está el "no puedo hacer nada, no es tema mío". La violencia es cotidiana, la indiferencia es violencia, el acoso es violencia.
Hace un par de semanas miraba el noticiero y escuchaba la noticia (¿?) del tatuaje nuevo de Maradona, y el diálogo entre las conductoras fue este:
- Y, de casualidad.. ese es el brazo con que le pegaba a Rocío? - haciendo referencia a la mujer con la que se relaciona él y cuyo nombre es el tatuaje en cuestión.
- Ay, pero estamos hablando de una noticia feliz! No hace falta..
Quizás si Mangieri se hubiera tatuado el nombre de Ángeles, nadie lo hubiera acusado, verdad? Pero debe ser que este es un caso extremo en el que la violencia llevó a la muerte. Debe ser por eso que la gente se vio tan conmocionada por el hecho, debe ser por eso que pedían justicia... Pareciera que empezamos a tener derecho a estar vivas una vez que nos matan o nos desaparecen. Si sólo toman en serio la violencia cuando esta es llevada al extremo, entonces.. ¿Qué tan mal está ser extremista cuando se habla del respeto?
El mundo se mueve, "evolucionamos" y cada uno de nosotros es una célula de la sociedad que supimos construir.
Tal vez tengan razón y sólo sea una extremista que no sabe valorar un piropo. Pero no lo veo así, realmente no. Lo veo como mi lucha, pero más como una lucha colectiva: deberíamos romper todos estos esquemas que nos impiden ser y hacer lo que queramos con nuestro cuerpo y nosotros mismos sin que ello nos lleve a ser condenados. No creo que no merezca estar viva por vestir de tal forma o tener tal actitud. Creo que merezco estar viva y merezco el respeto que yo daría a cualquier persona.
Y, a los que piensen que realmente soy "una extremista que no valora un piropo": deberían tratar de vivir un día de su vida con el miedo de no poder caminar de noche, de no saber qué esperar de un hombre que se acerca en la calle. No culpo a los hombres, no. Culpo a los que dicen que el hombre es un animal que se mueve por instinto y que tiene derecho a violar a una mujer que "lo estaba provocando", porque son esos también los que apoyan la idea de que "el azul es un color para varoncitos y las nenas no juegan con autitos". Sí, somos animales, pero animales humanos; y nos diferencia la capacidad de comprender nuestro entorno y adaptarnos a él y a quienes lo conforman.
En fin... Soy mujer, con útero y ovarios. Y aún así tengo pelo corto, me gusta el azul y me gustan los autos. Y lavo platos pero también sé manejar, como podría cualquier otra persona más allá de su género.
Eso no me da más ni menos derecho a vivir y que respeten mi vida.