27/05/2013
La situación se resumía, o tal vez se limitaba al simple término oscuro.
Al más amplio sentido de la palabra oscuridad. A eso, sólamente a eso era
comparable.
Nadie hubiera sabido decir si aquello era un pasillo o un abismo, porque
nada era certero. Nada se sabía, nada ella sabía, sólo atinaba a caminar,
porque correr no podía. No era capaz de acelerar su paso, se encontraba agotada
sin saber por qué. No había razones. Sólo oscuridad, cansancio. Y un camino.
Un camino. Consecuentemente, ella caminaba ¿Qué iba a hacer sino? Sólo
había una variable: la dirección en la que dirigirse. Pero no estaba eso en sus
planes. No estaba en sus cálculos. Más
allá de todo esto, habría sido imposible que eligiera su dirección. No tenía
opción, no era ella quien elegía.
(¿Quién elegía entonces?)
Sólo se sometía. Esperaba al fin, si es que lo había. Y sufría.
Hasta que despertó, algo agitada, sufrida. Ese era el momento de unión entre
los dos mundos paralelos, sus sueños y su vida. Y aunque nunca llegaría a saber
cuál era cual.. cada uno de esos escenarios que parecían tan ajenos le
resultaban lo mismo, no había diferencia.