sin título 2 - junio 2016
Dos cosas ciertamente aprendí. La primera, en lo que a mí respecta, es que este tonto afán de nunca conformarme está sujeto a la fiel creencia de que siempre hay más de lo que vemos.
La segunda, sin duda, se me presentó más bien a los tropezones. Ésta se encuentra muy relacionada con la primera y explica desde cerca la desilusión que he sentido reiteradas veces en mi corta y pequeña vida. Hay más, siempre; eso lo confirmé. Pero todo aquello que está oculto sólo se oculta más si forzás su aparición, todo aquello que las almas quebradas guardan y aguardan se encuentra allí por una razón.
También todo eso que pensás y no decís, está revoloteando en tu cráneo con algún propósito más que obstruir tu serenidad. He de decirte: siempre hay más.
También todo eso que pensás y no decís, está revoloteando en tu cráneo con algún propósito más que obstruir tu serenidad. He de decirte: siempre hay más.